Exprimimos al máximo la mañana de un día en el que no vimos al Yeti porque estaba acojonao en su cueva por la ventisca.
No nos llovió, pisamos nieve, pisamos hielo, el terreno totalmente practicable e incluso el viento te daba un empujón para subir pendientes imposibles.
Subimos por pista suave de chachara entrando rápido en calor y no apreciando el frío que marcaban los termómetros. Sendereamos un poco por una postal navideña hasta un refugio donde el viento soplaba con furia y hielo.
Desde ahí casi a plomo donde David empezó a sacarle rendimiento al haber subido una 2.5 en su llanta delantera. Paco dejó claro con su "nueva" Stumpjumper que está igual de zumbao aunque lleve un triciclo. Bajada "De sentarse" en la rueda trasera y fluir a discreción entre los pinos como posesos. Luego la pendiente cede y nos marcamos un "no brakes" subiéndonos por las paredes de los peraltes, disfrutando cada metro que cedíamos. Sendero rápido hasta el camping.
Seguimos sendereando por el bosque que cobra vida con la humedad otoñal y la niebla creando un ambiente mágico que nos deja absortos, el sosiego es pleno. Sin duda mereció la pena dejar la cama temprano para estar allí.
Ingeniero "tranquis" que las raices húmedas son muy traicioneras. Subimos para cambiar de vertiente, Juanma delante como siempre que el desnivel se torna positivo, al principio tramo técnico y divertido, un poquito de pista y remate bonito por sendero, como decía Paco, ahora el infierno está en las alturas en forma de ventisca. Desde ahí nos resta bajar y nada más, algún tramo pedrolerín muy divertido con alguna raíz que amenazaba con ponernos la zancadilla.
Rematamos por un cortafuegos laaaargo con el terreno muy bien asentado por la lluvia reciente, simplón pero divertido, refrigerando frenos cuando se podía, si te dejabas ir era lo más parecido a esquiar que he probado.
Satisfacción unánime y ¡hasta la próxima!